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Mikel Martínez -Toledano, Adrián Echaluce, Eider Iturriarte, Ane Irusta y Ane Ajuriaguerra |
Le pasaba en el recreo, le pasa en el callejón donde jugaba al escondite y le pasaba incluso cuando iba de excursión con sus primos. La frase de Javier escucha más a menudo era:
-Por favor, ¡venga ya! ¿Javier, me dejas probar tu bocadillo?
Y Javier, que no sabía decir que no acababa haciendo un gesto que ya se sabía rompía un trozo de bocadillo para ofrecerlo contento hacia fuera que se lo había pedido.
La fama de Javier era muy conocida por todos los que le rodeaban, pero es muy posible que el asunto no hubiera pasado de aquí, si no hubiera hecho amigo inseparable de Natalia, la niña con quien compartía pupitre en la escuela.
Tal como ella misma había explicado, el papá de Natalia era posiblemente el cocinero más famoso de la gran ciudad donde vivían. A su restaurante de la playa iban a comer actores de cine, estrellas de Familia Real.
A menudo le hacían entrevista paras programas de televisión y había muchos libros y revistas que hablaban de los platos que él había inventado. Natalia estaba muy contenta por su padre, porque le quería mucho, pero la verdad es que le echaba de menos esos días.
Cuando ella era pequeña, su papá le preparaba el desayuno y hasta tenía tiempo de llevarla a la escuela. Ahora, él es un hombre tan ocupado que apenas lo veía un rato y ya nunca le hacía el desayuno.
Pero ese viernes todo sería diferente: el papá de Natalia había prometido que la recogería a la puerta de la escuela para dar juntos un largo paseo. Ya desde las tres de la tarde, notaba como si tuviera en la barriga una pelota de la emoción y tenía muchísimas ganas de que llegara la hora de acabar.
Eso sí, cuando ya salían, Natalia le pidió un poco de su bocadillo a Javier, como siempre. Él estaba tan acostumbrado, que últimamente se los hacía el doble de grandes, porque si no no podía siquiera probarlos y se quedaba con hambre.
Así que Javier y Natalia, con la boca llena y los ojos emocionados, caminaron hacia la puerta de la escuela, donde el famoso cocinero los esperaba impaciente y con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Qué comes, Natalia?
-El bocadillo más bueno del mundo y me le ha dado Javier.
El papá se puso un poco celoso, pero pellizcó un trozo y cerrando los ojos, lo masticó con mucho cuidado, saboreandolo como un sabio estudioso.
Pensando como le habría gustado a él preparar aquel buenísimo bocadillo para su hija, finalmente dijo:
-Tienes razón Natalia. Es sin duda la cosa más buena que nunca he probado.
-¡Mañana intentaré hacerte uno tan bueno como este!
-¿Cuál es el secreto de tus bocadillos, Javier?
- No tengo ningún secreto me los preparo yo cada día y me imagino, emocionado, el momento en el que los desenvolveré a la hora del recreo.