![]() |
Rubén Gallego, Endika González, Lander Aja, Miren Azpiri y Enara Gordillo. |
Érase una vez cuatro niños que siempre se reunían para jugar juntos en el parque. Se llamaban Víctor, Gerardo, Marcos y Juan. Su pasatiempo preferido era jugar al escondite.
Una tarde, cuando a Marcos le tocaba parar, Víctor se escondió debajo de una casita de madera de esas que son como un pequeño fuerte del oeste. Debajo de la casita encontró una cosa muy misteriosa. Se trataba de una pequeña bolita, del tamaño de una mandarina, de colores blanco y azul que emitía una luz muy extraña. Víctor enseguida dio el juego por terminado y llamó a sus amigos para enseñarles tan misterioso el cuento.
- Venid, mirad lo que he encontrado.
- ¡Oooooh! -Exclamaron los demás sorprendidos.
- ¿Qué pasará si la tocamos?
A mí me da miedo -Dijo uno de ellos.
Entonces Víctor propuso que juntaran las manos para tocarla todos a la vez. De repente, cuando lo hicieron, entraron en un mundo completamente diferente al que ellos conocían. Las ciudades estaban llenas de atracciones emocionantes y divertidas, en las cuales pasaron ratos inolvidables, hasta que se quedaron exhaustos. Además, cuando te quedabas dormido, en ese mundo, sólo podías tener sueños maravillosos porque las pesadillas estaban prohibidas. Y cuando te levantabas siempre encontrabas una caja con tu nombre donde había un regalo sorpresa. Esto era así porque Santa Claus, también conocido como Papá Noel, y los reyes magos trabajaban cada día del año sin hacer nunca vacaciones. Cuando tenías hambre, sólo tenías que imaginar tu comida favorita y entonces, aparecía una mesa con un mantel de tu color preferido para una comida de lo más elegante. Y, si alguna vez te aburrías, cosa muy extraña unos viejecitos sabios te enseñaban a fabricar barco y aviones que volaban de verdad. El único problema, es que a los niños les seguía gustando jugar al escondite, más que cualquier otra cosa. Y, como en el nuevo mundo todos los deseos se hacían realidad, cuando te escondías te hacías invisible y nadie te podía encontrar. Eso hacía que el juego se hiciera muy aburrido.
El que paraba podía pararse todas las horas del día buscando al otro. De manera empezaron a echar tanto de menos su mundo de antes, todos soñaron que volvían. Y, como ya sabéis, en ese sitio todos los sueños se hacían realidad, así que por la mañana los niños aparecieron en su parque de siempre de una manera tan mágica como cuando se habían ido.